Desigualdad comunal

Mientras existen estándares nacionales e internacionales, sumado a un conjunto de políticas públicas dictadas por el Estado, que muestran cómo debería ser el panorama ideal en cuanto a áreas verdes por habitante, es sabido que esto no siempre se cumple.

En el caso del Gran Santiago, esto no se cumple –casi- nunca.

Según un estudio realizado por el Centro de Políticas Públicas UC, un 5,7% de la población en la Región Metropolitana accede a 10 m² de área verde por habitante.

Cuando este porcentaje se traduce en número de comunas, sólo siete comunas de 52 superan el piso mínimo propuesto por el CNDU de 10 m² de áreas verdes por persona. Estas comunas son: Huechuraba, La Reina, Cerrillos, Providencia, Lo Barnechea, Recoleta y Vitacura. Estos municipios cumplen con una de las siguientes características: la presencia de parques urbanos administrados por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo (MINVU) o ser comunas con altos ingresos económicos.

En contraparte, algunos de los casos más críticos son en las comunas de Independencia y Conchalí, ambas en la zona norte de la ciudad. La primera es la que posee el peor índice de todas las comunas capitalinas, con 1,55 m² de áreas verdes para cada habitante. El caso de Conchalí es de igual o mayor preocupación, ya que, además de anotar uno de los peores números en cuanto a superficie de parques públicos, si el conteo contemplara solamente a aquellos vecinos que tienen acceso a un parque a menos de tres kilómetros de sus viviendas, la proporción sería solo de 0,61 m² por habitante.

La otra cara de la moneda la representa Vitacura, el municipio que cuenta, por lejos, con la mayor cantidad de espacios verdes por habitante.

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Vitacura: la comuna con más m² por persona

El municipio, ubicado en la zona nor-oriente de la Región Metropolitana, se ha caracterizado históricamente por ser una comuna de altos ingresos por parte de sus habitantes.

Según el Índice de Desarrollo Humano (IDH) propuesto por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en Chile (PNUD), que consiste en una medida utilizada para evaluar el nivel de desarrollo de un país, Vitacura se encuentra -sin sorpresas- liderando el ranking con niveles de desarrollo humano “muy altos”.

El índice se basa en la idea de que el desarrollo de un país no solo se mide por su riqueza económica, “sino también por el grado en que la ciudadanía tiene acceso a una vida saludable, una educación de calidad y niveles de ingresos que permitan tener una vida digna”, se señala en el escrito.

Pues bien, todo lo anterior se cumple a cabalidad en el municipio que es liderado hoy por la militante de Evópoli, Camila Merino.

Cuando se habla del tema convocante, que son las áreas verdes y su accesibilidad por parte de la ciudadanía, Vitacura también lidera los listados. Al contar con 760.528 m² de espacios verdes, la hace la comuna con más cantidad de áreas verdes por habitante, llegando a 18,86 m² por ciudadano.

La administración en Vitacura con respecto a este tema ha sido prolija. Basta con darse una vuelta por el Parque Bicentenario, espacio verde que cuenta con más de 27 hectáreas de instalaciones de primer nivel en la ribera oriental del Río Mapocho.

Sin embargo, cuando los recursos no son un tema, la administración de estos espacios se vuelve mucho más fácil de gestionar.

Según datos del Sistema Nacional de Información Municipal, Vitacura es el municipio que cuenta con mayor presupuesto anual por ciudadano en todo el país, llegando a la cifra de $1.008.337.

Dicho monto se compone de ingresos propios permanentes, dinero del fondo común municipal, transferencias corrientes, transferencias para gastos de capital y venta de activos no financieros.

«En contraparte, la comuna de Independencia, municipio que está al fondo del ranking de metros cuadrados de áreas verdes por habitante, con 1,55 m², sólo cuenta con un presupuesto anual por ciudadano de tan sólo $164.111».

Independencia: La comuna con menos parques y plazas

En la recopilación de datos de 2018 del Sistema de Indicadores y Estándares de Desarrollo Urbano (SIEDU), la comuna de Independencia registra la menor superficie de áreas verdes por habitante, con un total de 1,55 m² por habitante, cifra muy por debajo del estándar sugerido por el CNDU de mínimo 10 m² por habitante. Este indicador refleja la relación entre la superficie total de áreas verdes comunales (sumatoria de parques y plazas públicas) y la población urbana comunal.

 Esta situación se agrava si se considera el nivel de acceso a áreas verdes que tienen las comunas aledañas, como Recoleta, que al contar con una importante porción del Parque Metropolitano cumple largamente con el estándar propuesto por el Consejo Nacional de Desarrollo Urbano (CNDU), anotando 18,58 m² de áreas verdes por habitante. La presencia intercomunal del Parque Metropolitano significa una especie de alivio parcial para la población de Independencia, ya que ante la escasez de áreas verdes en su comuna puede suplir sus necesidades en este o en otro de los parques situados en la comuna aledaña, como el Cerro Blanco y el Parque Bicentenario de la Infancia.

Por su parte, existe otro indicador, pero enfocado en la superficie de plazas públicas por habitante, considerando aquellas que cumplen con el estándar de distancia máxima de 400 metros. Este indicador calcula el porcentaje de la población comunal que vive a 400 metros o menos de una plaza pública, relacionándolo con los metros cuadrados de superficie accesible. En este indicador, Independencia ocupa el penúltimo lugar de toda la Región Metropolitana, con 1,79 m² de plazas públicas por habitante. El caso de las plazas es de consideración, ya que ante la poca cantidad de parques, éstas vienen siendo el alivio de la comunidad por su proximidad con los barrios residenciales.

La otra cara de la moneda la representa Vitacura, el municipio que cuenta, por lejos, con la mayor cantidad de espacios verdes por habitante.

Gráfico comparación comunas plazas públicas por habitante

Otro aspecto crucial a considerar es la calidad, accesibilidad y seguridad de las pocas áreas verdes presentes en Independencia. Según los Indicadores de Calidad de Plazas y Parques Urbanos, publicado por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) el 2019, Independencia es la única comuna de la Región Metropolitana que no cumple con los estándares de calidad de mantención general de áreas verdes, registrando puntajes en rangos inferiores en parques y plazas. En cuanto a accesibilidad también anota números rojos, alcanzando el rango más bajo de calidad.

Considerando estos datos para la discusión, se observa en Independencia una tendencia sostenida durante las últimas décadas hacia la destinación de los pocos paños de terrenos disponibles para el desarrollo de proyectos inmobiliarios, en detrimento de planes de vinculación barrial a través de espacios comunes. Según datos del Centro UC de Políticas Públicas y en base a los permisos de edificación que tiene documentados el INE, entre los años 1994 y 2015 se construyeron un total de 279.733 departamentos de 15 o más pisos en el Gran Santiago. Más del 80% de estos proyectos se concentró en tres comunas: Santiago con un 56,3%, Estación Central con un 17,7% e Independencia con un 8,3%.

Algunos de los pocos proyectos de áreas verdes que se han implementado en el último tiempo en Independencia, van orientados en suplir la necesidad histórica de todo un sector como lo es la población Juan Antonio Ríos. La restauración de espacios deportivos históricamente usados por la gente de la población como lugares de reunión y recreación se han transformado en las principales áreas verdes no solo de la población sino que de la comuna.

En el artículo, La Trayectoria espacial de la Corporación de la Vivienda (CORVI) realizado por Beatriz Aguirre y Salim Rabí, se recoge que esta urbanización de la población Juan Antonio Ríos fue ideada en 1945 por la Caja de Habitación Popular existente en ese entonces, dando inicio en ese año a la construcción de cerca de 5.000 viviendas para empleados y obreros. La edificación contemplaba en su proyecto inicial amplias áreas verdes, bibliotecas y teatros, acorde a los conjuntos habitacionales de la época y ciñéndose a las mismas ideas de planificación que tuvo la ciudad de Londres en Inglaterra.

El conjunto habitacional Juan Antonio Ríos en su proyección plasmaba una preocupación por el tema de los espacios compartidos, a través de la idea de desarrollar espacios de encuentro social y la convivencia vecinal, “dotando así al espacio público de un sentido estructurador de la identidad colectiva”. Eso era lo que se postulaba en la idea inicial del proyecto, ya que en la puesta en práctica estos espacios no fueron debidamente conservados con el pasar de los años y con la expansión de la urbanización

Dentro del trazado urbano de la población Juan Antonio Ríos, los lugares que históricamente se han usado para la socialización y el esparcimiento comunitario, son los espacios deportivos. En el pasado fueron canchas de tierra que albergaron generaciones de familias agrupadas bajo los distintos equipos de fútbol del barrio. Hoy, las canchas empastadas sintéticamente conforman los principales espacios de participación social, tanto de la población Juan Antonio Ríos como de todo Independencia.

Para tener una perspectiva completa sobre la evolución que vivió la urbanización, comenzando como un proyecto ambicioso que llegó a cumplirse sólo en parte, conversamos con Isabel Vidal, vecina de la población Juan Antonio Ríos desde 1950 y hasta la actualidad, primero viviendo en casa de sus padres y hoy siendo dueña de la misma casa ubicada en calle Soberanía.

Respecto a los primeros parques que surgieron en la población, Isabel Vidal recuerda sus orígenes y cómo han ido cambiando con el tiempo.

El Polideportivo Enrique Soro y el Parque Mirador Viejo son ejemplos de cómo las canchas de fútbol han evolucionado para satisfacer las crecientes necesidades de esparcimiento y recreación de la población. Alrededor de cada cancha se construyeron plazas de acceso limitado, que dependen del horario de funcionamiento del complejo deportivo.

Sin embargo, esta solución logra que estos espacios deportivos sean utilizados no solo por quienes tienen la posibilidad de practicar deporte en las mismas canchas, sino que la cancha se transforma en un punto de atracción social

El ir a ver o a jugar fútbol ahora puede complementarse con actividades para toda la familia. Isabel Vidal valora la remodelación de estos espacios, que ha permitido el desarrollo de talleres comunitarios para todas las edades y así ir logrando una integración social que antes no se veía.

Estas soluciones, aunque valiosas, parecen insuficientes para una comuna con los niveles de déficit de áreas verdes que cuenta Independencia, ya que la oferta de espacios recreativos sigue siendo limitada. No obstante, representa un paso importante hacia la vinculación de espacios públicos históricamente reservados para cierta población, en este caso los deportistas.

En conversación con el exalcalde de Independencia, Gonzalo Durán, edil en tres periodos electorales consecutivos, desde 2012 a 2024, abordó la problemática existente de la carencia de infraestructura verde para la cantidad de población que habita en la comuna del norte de Santiago, abogando por la importancia de reformar los planes reguladores para evitar el crecimiento inmobiliario explosivo.

Ante la imposibilidad de generar nuevos espacios verdes debido a la ocupación casi total de la comuna, una de las estrategias para mejorar los números en los índices del SIEDU es poner en práctica el aprovechamiento máximo de las áreas cafés disponibles, sitios eriazos que suman para el conteo total de áreas verdes pero que realmente no son accesibles para la población. Uno de los ejemplos de este aprovechamiento de espacios es el Parque Mirador Viejo.

Otra de las propuestas del exalcalde Gonzalo Durán es la posibilidad de integración intercomunal con las comunas aledañas, como Renca por el poniente y Recoleta por el oriente, buscando crear una red de espacios verdes compartidos.

La necesidad de maximizar la utilización de espacios ha llevado a aplicar nuevas técnicas, como por ejemplo la del bosque Miyawaki, primer bosque urbano en Santiago con esta metodología según palabras del anterior edil.

Puente Alto y la mala calidad de los espacios públicos

La comuna del sur de Santiago, una de las más extensas en superficie y la de mayor cantidad de habitantes según la estimación de 2021 del INE (655.033 hab.), es otro de los municipios capitalinos que no cumple con el estándar sugerido por el CNDU de 10 m²/habitante de superficie de áreas verdes públicas por habitante. En la medición de 2018, Puente Alto anotó 4,41 m² de áreas verdes por habitante.

Este hecho se ve empeorado por otros datos que ayudan a ampliar aún más la mirada respecto a la cantidad y calidad de las áreas verdes que tienen disponibles los puentealtinos, ya que esta comuna del suroriente de Santiago también es una de las comunas con mayor distancia promedio entre hogares y parques públicos, con un promedio de distancia de 1282 metros para 2019.

Puente Alto cuenta con una geografía privilegiada al estar en la zona de transición entre el sistema urbano y la naturaleza presente en el piedemonte andino de la cuenca de Santiago.

Con un origen que se remonta a vastos terrenos dedicados a la agricultura, tal como las otras comunas del sector oriente de la capital, Puente Alto fue paulatinamente poblándose desde el siglo XX. Junto al desarrollo industrial llegaron las primeras urbanizaciones de viviendas al alero de las fábricas.

En la década del 70’ llegó oficialmente la vivienda social a la comuna y comenzó la liberación de los mercados del suelo, lo que provocó el aumento de terrenos urbanizados y, por consiguiente, de la población, ocupándose terrenos del piedemonte para el desarrollo de condominios cerrados que limitaron la interacción entre los diversos grupos socioeconómicos que habitan el territorio. En una comuna como Puente Alto, que tuvo un proceso de poblamiento gradual y diverso, esta fragmentación de áreas verdes y privatización de espacios de precordillera juega muy en contra.

A pesar de las condiciones naturales que ofrece el territorio, cuna de algunas de las viñas más importantes del país, el entorno en el que vive la población puentealtina es uno con pocas y lejanas áreas verdes, según reflejan los datos.

En imágenes satelitales se evidencia esta tendencia. En grandes paños de urbanizaciones, como la villa Nocedal y la villa Diego Portales (como referencia de límites: Acceso Sur por el poniente, avenida Eyzaguirre por el norte y oriente y la ribera del río Maipo por el sur) se aprecian largos espacios de conjuntos habitacionales sin mayor presencia de áreas verdes, exceptuando plazas pequeñas y bandejones de avenidas.

Si bien se trata de una comuna precordillerana y con relativo fácil acceso a espacios de montaña, a nivel urbano no ofrece mayor infraestructura de parques y plazas públicas para suplir las necesidades de recreación y ocio de sus más de 650 mil habitantes.

El desarrollo inmobiliario de condominios cerrados ha provocado que las áreas naturales del piedemonte sean inaccesibles, salvo contados parques precordilleranos de la Asociación Parque Cordillera, que no cuenta con algún parque de su red en Puente Alto.

Con la consigna de aprovechar las características geográficas de la comuna, se emplaza en los alrededores de la estación de metro Protectora de la Infancia el Rocódromo Mupún, el primer gimnasio de escalada de Puente Alto, gran anhelo de su gestor, Esteban Villa, puentealtino desde los 10 años y que sentía la necesidad de entregarle a su barrio esta alternativa de acercar el deporte de escalada a la gente.

Esta iniciativa también nace como una respuesta al grisáceo panorama que enfrentan los habitantes de Puente Alto. Esteban, así como tantos vecinos y vecinas, no cuenta con un área verde a una distancia razonable de su hogar, así como tampoco fácil acceso a ella.

De esta forma entonces, un problema estatal pasa a ser solucionado –en parte- por la organización y el anhelo de un vecino particular. No es el municipio quien ofrece este tipo de alternativas.

En conversación con Esteban cuenta cómo fue el proceso de lanzarse con esta iniciativa, así como también enfatiza en la respuesta que han tenido vecinas y vecinas con la implementación del Rocódromo.

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